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  • Última actualización 2024-04-24 11:17:46

El tercer viaje; el rio Ele y Caño Colorado, tierra Jitnu en Arauca

En la antesala de este informe presento un saludo de afecto y gratitud a los compañeros inmediatos en este proyecto de convivencia y apoyo al pueblo Jitnu. Gracias Sandra Romero, gracias Áliva Diez, gracias Juan Berrío, gracias Viviana Jaramillo y gracias también a los jitnus Jaime Rompiño y Leal Moreno, porque en la identificación de líderes, sus palabras y sus actos son la mejor credencial. Gracias, porque cuando ya muchos pensaban que yo no servía ni para rastrear morrocoyes, ustedes creyeron que podían incluirme en su equipo de trabajo y aquí vamos, con una mano nadando y con la otra cuidando la ropa.

“Con la otra cuidando la ropa” bonito nombre para una competencia de natación donde se atraviesen los ríos nadando con una sola mano. Ésta propuesta va  en su inicio a los nadadores jitnus (y nadadoras, obvio..!) que a diario atraviesan a nado el río Ele.

Fundo El Palmar: En el territorio del vino de palma y  de las casas de palma, nada más indicado para llamar un fundo que “El Palmar”. Está situado frente a la comunidad de Las Vegas, allá se pernocta, se guardan las cosas y se contrata el fuera de borda para los viajes en  invierno,  por un territorio donde todo es acuático como los cuadros de Monet.

La amabilidad campesina y el deseo de ser buenos  cristianos hace de sus propietarios los mejores anfitriones y su  canoa es el vehículo que transporta funcionarios, indígenas, insumos, mercados,  medicinas,  y  desde lo más bellaco del monte saca los enfermos hasta Bocas del Ele, para  de ahí movilizarlos por carretera hasta Arauca.

Poda de frutales: Un árbol podado corre el riesgo de vivir cuatro veces más, quiere decir esto, que si su existencia es de veinte años, con la poda puede llegar a los ochenta. La poda en los arboles es como la castración en los toros para ganar en producción y en mansedumbre, así también,  los palos al caparlos ganan en frondosidad y facilita la recolección de los frutos. Por eso mientras se preparaba el viaje, viendo que los frutales de  “El Palmar” crecían de manera silvestre y viendo que con los mangos de su patio se alimentan por igual  pájaros, gallinas,  chivos,  jitnus y  colonos, y aprovechando que nuestra visita coincidió con el final de la cosecha,  decidimos podarlos. Pocas personas en la región tienen el hábito de la poda, entonces esta actividad que también embelleció el patio, sirvió como ejemplo de buenos hábitos agrarios. 

Terapia ocupacional: Llegando al caserío de las Vegas, en la necesidad de acción que nos permitiera ver y probar  la capacidad de trabajo de los jitnus, sin provisiones para  un almuerzo comunal y sin ollas donde prepararlo, propusimos que se le diera en compensación cinco mil pesos a cada participante;  fueron apenas  cincuenta mil pesos de inversión que nos permitieron en dos jornadas podar los frutales del área comunal y proveer de leña y de maderos para la construcción de las eras en las huertas familiares. Y viendo y probando la respuesta de trabajo, dejo constancia en esta nota de la alegría que produce su deseo de colaboración, manifestando que no solo estaban dispuestos a trabajar en Las Vegas sino que también se ofrecían como voluntarios para camellar  en las diferentes comunidades donde se moviera nuestro equipo de trabajo.  

Ya no más mendicidad: Considerando la poda de árboles como una urgencia agraria y por lo tanto  una prioridad, también lo hicimos en la Providencia,  a la espera de las guadañas para iniciar el trabajo del mantenimiento de los conucos, sobretodo la  limpieza de  yucales,  plataneras  y maizales,   fuente de los carbohidratos que  producen y consumen. La proteína la da la cacería de chácharos, cajuches, armadillos, patos silvestres, garzas  y ratón curí, el mismo que consumen los pastusos y le dicen cuy. Entonces el enfoque de las acciones iniciales debe ser que el pueblo jitnu siembre y produzca lo que consume, con un excedente para cambiarlo por sal jabón, panela y ropa, esto evitaría la mendicidad y la continua espera de mercados estatales, ayudas la mayoría de las veces paternalistas que solo duran dos días,  y en acabándose, producen un enorme sentimiento de orfandad y dependencia.

La entrega de mercados “oficiales” nos permitió como muchas otras cosas el acercamiento con las comunidades, pero no está incluido en nuestro proyecto ni debe ocupar nuestro tiempo y nuestro esfuerzo, más cuando dichos mercados no se ajustan a las necesidades de los indígenas y el mal uso que muchos de ellos les dan a ciertos productos, como el caso de cambiar un complemento de calcio y vitaminas por una Big-Cola, cambiar una bolsa de leche o un kilo de lentejas  por un collar plástico, una cerveza o una barra de jabón.

Pero lo que más obstruye el buen desarrollo del trabajo en las comunidades en la constante salida de los hombres a Arauca que siempre están citados a reuniones, capacitaciones, encuentros de todo tipo, y permaneciendo mucho tiempo en la ciudad descuidan sus familias y sus conucos  llegando  cada vez más blanqueados y con un parlamento que bien describe L. H.  Durrell: “Un lenguaje que como las malas hierbas, esteriliza el suelo indio”.

Muchas manos en un plato. Aparte de nuestro proyecto, de las inversiones  de la Alcaldía de Arauca y de la Gobernación,  existen otras entidades que han invertido en el mejoramiento de la calidad de vida del pueblo jitnu: ACNUR, repartió semillas de plátano y yuca, la CISP con laminas de zinc que desentonan el paisaje, construyeron unos aparadores de aguas lluvias, una empresa de salud, la OPS y CISP tuvieron la muy buena idea de colocar filtros de agua, los luteranos con malla plástica, poli-sombra y semillas muy buenas (albahaca, yerbabuena, cilantro, tomate y pimentón) hicieron huertas. Pero como en la crianza de los hijos que lo más fácil y divertido es  hacerlos y una vez que nacen comienza el trabajo, así mismo con las plantas; se meten las semillas, retoñan y empieza el camello desde el trasplante hasta la cosecha. En estos proyectos se hace necesario un acompañamiento permanente para poder limpiar las plataneras y yucales que dejó Acnur, mostrarle a los jitnus el proceso entero del cultivo de hortalizas, incluyendo su preparación y consumo. Arreglar los tanques del agua de CISP que le hicieron el desnivel al revés y los indígenas al ver que no funciona comenzaron a desbaratarlos (ya arreglamos el primero, el  de Providencia) y también estamos en la tarea de conseguir las velas rotas para poner en funcionamiento varios filtros para tener agua potable. Es cierto que muchas manos en un plato ponen el caldo morado, pero también es cierto que mugre que no mata engorda y  los aportes hechos por estas instituciones  aunque inconclusos,  facilitan y adelantan el trabajo de nosotros: la producción alimentaria.

Bien podía hacer un informe de 870 páginas, pero por consideración con mis compañeros de trabajo y a quienes tengan que leerlo, planto este informe al llegar apenas a la segunda.

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