Todos los días a las seis de la tarde una guajiba vieja e indigente, la mas despeinada, y la mas borracha, se baja las pantaletas para hacer sus necesidades frente a la Defensoría del Pueblo y frente a los comerciantes de San Andresito y nadie la ve...!
María Luisa, María Rosa, o María Juana, siempre tiene un segundo nombre diferente para cada día de la semana y tiene la gran cualidad de ser invisible, como también son invisibles ocho guajibitos, todos menores de edad que se acuestan en las gradas ubicadas en la parte occidental de la plazoleta, hediondos a pegante Boxer porque un gamín que vino de Cúcuta les enseñó a meter. A parte de pedir comida y plata para el Boxer, muchas veces también piden otra camisa, “porque con dos camisas puestas se puede pasar el frío de la noche”.
En la parte norte se ubican tres parejas borrachas como un barril de vino, con sus bebés en los brazos, que bailan o discuten de acuerdo a su estado de ánimo, y tres niñas la mayor de ellas Gabriela de apenas nueve años, hermosa ella, con la hermosura que le da la inocencia a las niñas, pero con una pea de la cabeza a los pies, una pea de guarapo que consiguen a solo cien pesos la botella. Y en la parte sur de la plazoleta están los solteros, los únicos que recogen cartones que les sirven de colchón, como lo hacen los “desechables” de Bogotá, o “los clochards” de París. Llegan con el cartón bajo el brazo, una bolsa plástica con sobras de arroz y la rasca cotidiana a base de cunchos de cerveza que les permiten escurrir de las botellas consumidas, después barrer y trapear los establecimientos donde se venden bebidas embriagantes.
Invisibles..! totalmente invisibles, nadie en Arauca se percata de su existencia, a pesar de ser ellos de esos americanos-americanos de los que quedan ya muy pocos, de los araucanos mas araucanos, de tener un idioma considerado entre los mas completos del mundo: “Sanámana” tierra nuestra, “janepana” está bueno, me gusta, “Catottojibiche” un gay al que le acaban de hacer el amor. Un idioma que con palabras de una sola sílaba cuentan toda una historia.
No..! no culpemos al alambre de púa que cercó todas sus sabanas cortándoles su libertad de nómadas. No culpemos las hachas que trozaron durante quinientos años los milenarios arboles de nuestros bosques ahuyentando también las aves. No culpemos las escopetas, los arpones, y las tarrayas que se usaron para el exterminio de nuestra fauna. No culpemos los ladrillos y el cemento con que encerraron los lotes del pueblo para que las iguanas se protejan en los patios de los blancos, privando a los indios de su alimento inmediato. No culpemos a los fabricantes de cerveza, ni al vendedor de Boxer.
No culpemos los proyectos de los blancos para dar soluciones cuadriculadas a una gente pre-lógica y comunitaria, ni a los Jacanamejoy, ni a los Rojas Birry , ni a los otros políticos aborígenes que se demoraron tanto tiempo en jugar a los falsos indios suramericanos. No culpemos a las aulas de clase de los colegios araucanos que no han permitido el acceso de esos americanos- americanos, y dejemos a los guajibos solamente las calles de la ciudad para que mendiguen, dejemos los cunchos de la cerveza para que beban y su de su miseria no se acuerden mas, y dejemos el parque Caldas para que pasen la noche.
“Tengo toda mi cabeza blanca, porque cuando muchacha yo era catira, y soy de Dios porque si Dios se muere la luz se apaga. Regálame un cuncho de tu cerveza”. Dice María Rosa, o María Juana, la que todos los días se llama como se le da la gana.
No...! No se trata de buscar culpables, se trata de sensibilzarnos y solidarizarnos con los mas necesitados de todos araucanos en los que ya..., hasta las religiones perdieron toda esperanza. Se trata que esa cantidad de locutores que difunden el folclor llanero le cuenten a su audiencia de su ancestro indio.
Se trata de buscarle una terapia ocupacional a esos niños drogadictos, que aprendan malabares por ejemplo, para que sirvan de adorno a nuestra ciudad, y para que le den un sentido artístico a la manera de conseguirse las monedas. Que comencemos por incluir el aprendizaje del guajibo dentro de la cátedra de la araucanidad, ya que una persona para considerarse culta debe por lo menos hablar una segunda lengua. Los guajibos del parque Caldas son indigentes bilingües, pero usted Amable Lector, habla español y por celular.