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  • Última actualización 2024-04-21 18:02:40

El gallo - (microrelato)

Por: Favián Estrada Vergel

Mientras afilaba, el gallo lo rondó varias ocasiones y él lo ahuyentaba con el plano del cuchillo. Pasaba la hoja sobre la superficie lijosa de la piedra y tomaba un trago de ron, el calor bajaba como una lengua culebreandole hasta el vientre, levantándole el ánimo. Rociaba con agua la piedra y pasaba otro sorbo grande de licor. Platicaba al cuchillo con un tono de antigua fraternidad. Hacía pausas a la espera de respuestas, volvía a hablarle con recomendaciones y explicaba con un lenguaje fácil la forma en que iría a ejecutar el encargo, los detalles del hombre del lunar y la ubicación de la casa. El gallo a su vera, a una prudente distancia, torciendo un ojo hacia él, había escuchado malicioso.

el gallo del relato

Alertado por la fuerza del escrutinio el asesino descubrió la presencia del gallo, cayendo en la cuenta de que el animal se había enterado de todo. El animal tenía los ojos duros y planos. Y una característica que lo distinguía de entre todos los gallos que él hasta entonces había visto: miraba siempre (en cualquier lugar, en cualquier situación, pasara lo que pasara) a los ojos. Se sintió delatado. Nervioso, hizo crujir las articulaciones de sus dedos con movimientos sinuosos de las manos, pensando en quitarle la cabeza al animal y, empuñando el arma, sigiloso, caminó agachado hacia éste con zancadas abiertas, en tanto que el ave empezaba a sospechar dando sus primeros pasos cortos sobre el fango fétido de los puercos que tragaban lavazas mantecosas en la media llanta del comedero cuyos bordes se forraban de gusarapos y mosquitos. El gallo vio a los ojos del hombre, enrojecidos por los vapores etílicos del ron, y voló con la imponencia de un cóndor antes del primer zarpazo de cuchillo.

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