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El famoso trovador colombiano que ha vencido al mejor rapero del país en un nuevo deporte. Foto: Pixabay
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El famoso trovador colombiano que ha vencido al mejor rapero del país en un nuevo deporte

La Freestyle Master Series está en un momento álgido, y ha alcanzado en el 2022 una diversidad étnica impensada en este incipiente tipo de entretenimiento, que tanto ha calado desde el fenómeno del Quinto Escalón (y la aparición de Trueno, Wos o Paulo Londra) y continúa haciéndolo, sobre todo, entre los jóvenes. Duelos dialógicos, en los que un “gallo” –como se los conoce –se impone al otro, y tras lo que se les entrega puntos: tres para el ganador directo, dos para el ganador tras el alargue de la réplica, uno para el perdedor de tal réplica y ninguno para el perdedor directo. Al igual que con muchos otros deportes, puedes apoyar a tu freestyler favorito y una buena forma de aplicar tus conocimientos es intentar capitalizarlos en la obtención de dinero gracias a las apuestas deportivas.

¿Qué son las batallas de freestyle?

           Hay antecedentes tanto del freestyle como de su modalidad de batallas por toda la pluralidad de continentes: la payasada gaucha de contrapunto en las dos orillas del Río de la Plata, la trova en Colombia, certámenes de insultos celtas o subsaharianos, y competencias de canciones literarias y comunitarias como la renga o la utaawase en Japón. Ahora bien, los orígenes musicales de esta expresión bisagra entre deporte y pieza artística son, innegablemente, los del rap, los de la reivindicación de un Bronx ruinoso, ardiendo, y el jolgorio desaforado de las fiestas jamaiquinas. Las batallas, por otra parte, son disputas orales, improvisadas, en las que los jueces puntúan las estrofas insidiosas hilvanadas sobre un beat (una pieza musical de 4x4), premiando la contundencia y originalidad del remate, el preámbulo de su elaboración en los tres primeros versos, la musicalidad prosódica denominada como “flow”, la capacidad interpretativa, actoral, durante el delivery de la rima, etcétera.

           A la vanguardia del movimiento, Urban Roosters, empresa española dirigida por Asier Fernández, ha decidido transformar el juego, y organizar ligas profesionales en varios países latinoamericanos, como Argentina, Perú, México, Chile y, este año, la apuesta, Colombia. Para la conformación de la liga de doce participantes, había plazas fijas para ciertos nombres clásicos del panorama, como el del caleño VallesT, el competidor más laureado de Colombia, que incluso llegó a medirse en la final del torneo más prestigioso, la Red Bull Internacional, ante Bnet en el WiZink Center. Otros campeones de Red Bull Nacional, como Carpediem (2019, 2022) y Elevn (2017, 2020) de Bogotá y Big Killah (2014) de Medellín, también eran opciones evidentes, pese a que no logró concretarse la presencia de Marithea (2021), única campeona femenina de la máxima competición colombiana, por superposición de fechas. RBN, que ha destacado en varios torneos relevantes del país, se sumó, asimismo, a estos y a varios de los exponentes de la K. O. (una liga antecesora de FMS, autóctona, y que allanó su camino) como Airon, Filósofo, ÑKO, así como a los invitados venezolanos: el histórico y fluido Letra, el siempre aguerrido competidor de todas las plazas de América, Chang, y Gaviria. Solo faltaba un nombre, y su firma fue la más inesperada y mediática de todas: Lokillo.

“Creyeron que como trovador yo iba a llegar con unas cotizas, un machete y un sombrero. Lo siento, pero voy a demostrarles que yo también rapeo ligero ¡y que no hay que ser visajoso ni tener cadenas para ser un rapero!”

           Si se observa bien a Lokillo, resaltan su bonhomía innata y ancha sonrisa que parecen distar del estereotipo torvo de rapero que se suele tener en el imaginario colectivo, y eso se explica, justamente, por la circunstancia de que él no pertenece a este círculo. Si bien no es un invasor, pues uno de los mandamientos innegociables que predica el rap es no entender de fronteras o de exclusión, lo cierto es que él es alguien ajeno, único en su condición fronteriza. ¿Quién es, pues, el que adoptó este mote, este AKA, que ya lo vincula a los arquetípicos tricksters de toda la vida, como Loki, que colocan en jaque lo establecido? Tal vez responder Yédinson Ned Flórez Duarte no esclarezca el asunto, no disipe la incógnita, pero sí decir que es el comediante intérprete del célebre personaje televisivo asociado con el reggae, “Rastacuando”. Oriundo de una turbulenta Dabeiba, criado en Medellín donde descubrió la composición poética durante la niñez, a los 35 es, junto con Big Killah, uno de los “gallos” de mayor edad de la liga, y, a la vez, el de menor experiencia en el circuito competitivo, lo que no obsta, sin embargo, que sea un genio indiscutible de la improvisación, pues su alma mater, la trova, le exige, una estructura de rima y escansión muchísimo más rígida que la caótica del freestyle.

           El verdadero desafío radica no en la constitución de los versos, de los “patrones”, y sí en conseguir orientarse hacia la intencionalidad combativa e hiriente de estos sobre el escenario, crear momentos fervorosos y explosivos que estremecen a los espectadores y, en última instancia, domar al famoso doble tempo. Lokillo consiguió, con su talento, cumplir las tres metas.

           Su primera participación oficial fue en la Red Bull Nacional sin público del 2021, en la que fue vencido por Marithea –a la postre, ganadora –, pero realizó unos minutos virales y magistrales por su fluidez, ingenio y clarividencia para atacar con la suficiente elocuencia para no incurrir en los lugares comunes, como la misoginia o el racismo. Si bien el freestyle exige por parte de los participantes y el público la consabida afirmación de suspender la realidad durante la batalla y establecer un pacto ficcional, Lokillo es muy meticuloso con respecto a las susceptibilidades y no incurre en empañar la transparencia familiar de su persona pública, conjugada en muchos ámbitos, que es un deleite para todas las edades.

Con respecto a la FMS, Lokillo, hasta la fecha, ha conseguido un paso memorable, llegando incluso a clasificar al primer corte internacional y enfrentarse a Larrix, una de las mayores promesas del panorama argentino, con el que Lokillo comparte algunos atributos como la exuberante interpretación y el carisma ingenioso. No solo se aseguró la permanencia para, de querer, continuar la siguiente temporada, también cumplió con creces las expectativas depositadas en él al vencer tras una desgastante réplica al “robot”, VallesT: una disputa trepidante y pareja hasta las últimas circunstancias.

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