Venezuela no es el destino más fácil y relajado del mundo ahora mismo, pero todo merece la pena, incluso cruzarse con el escaso turismo internacional que aún visita el país. Solo en el año 2017, el número de turistas que visitaron Venezuela disminuyó en 174.000 personas. ¿Es el momento para viajar al país? Creemos que sí.
Llegar al parque nacional de Canaima desde Caracas te llevará solo un día y estarás en el destino estrella del viaje. Es un lugar misterioso y espiritual, sobre todo para quienes desde que eran pequeños han estudiado en el colegio la geografía de este lugar mágico, declarado patrimonio mundial de la Unesco en 1994.
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Llegar a Canaima desde los Llanos no es tan díficil: está a 409 kilómetros de Caracas y hay que coger un vuelo que sale desde el aeropuerto de Maiquetía. Se puede volar con la línea aérea estatal Conviasa. Pero hasta no hace mucho, la pista del aeropuerto para aterrizar en Canaima era muy corta y solo podían aterrizar aviones pequeños. Por suerte, se ha alargado y eso está permitiendo la llegada de más turistas.
Una vez hayas llegado a destino, has de saber que el parque tiene 30.000 kilómetros de extensión y llega hasta la frontera con Brasil y Guyana. Una de las cosas a admirar son los tepuyes, unas formaciones geológicas que esconden, según apuntan algunos científicos, el origen de la vida y múltiples formas de vida animal y vegetal.
Todas esas teorías te las puede defender con pasión cualquier venezolano al que le preguntes en la zona. Lo que no será tan fácil es que sepa llegar a Canaima, porque no se trata de un lugar tan accesible como parece. Ten en cuenta que no se llega así como así a caminar bajo el salto del Ángel, la caída de agua más alta del mundo con sus 1.283 metros.
Cada vez que se viaja al parque, la naturaleza te enseña algo nuevo. Ya sea en el agua, que tiene sus colores y reflejos en las paredes del tepuy; ya sea en los miles de texturas de las formaciones rocosas, o hasta en el aire, con las formaciones de las nubes. Una vez en el parque podrás dormir en campamentos, que están muy cerca en camioneta del minúsculo aeropuerto.
El mismo día en que llegues puedes hacer la primera excursión al salto de El Hacha. Ten en cuenta que todos los guías de la zona son locales, un plus para entender mejor el lugar. La excursión dura cerca de dos horas y comienza navegando en una curiara, la embarcación que usa la población para remontar los ríos y la espesura de la selva. Desembarcarás junto a El Hacha.
Lo primero que te impactará será la fuerza de la naturaleza. El ruido del agua es ensordecedor. Eso sí, tendrás que caminar un poco más para atravesar la cortina de agua de la cascada. Quítate los zapatos y salta de piedra en piedra descalzo o con calcetines para no resbalar en la roca mojada.
El salto de El Hacha será el aperitivo perfecto antes de ir de los campamentos a coger una avioneta. ¿Para qué? Para visitar los tepuyes Kurun y Kusari, las cuevas Kavak y bañarte en alguno de sus múltiples saltos y pozas de agua fría. Después de darte un chapuzón, te entrará hambre y qué mejor que comerte un pollo a la brasa con los locales de la aldea y tocar casi el salto del Ángel.
Aparte de los juegos online, es muy recomendable para el descanso tomarse un vaso muy frío de papelón con limón, el refresco tradicional. Tienes que degustar la gastronomía de la zona sí o sí. No olvides probar las arepas, la carne mechada, el queso fresco y las frutas, además del riquísimo café y los zumos naturales para coger energía.
Lo más parecido a la gastronomía de la zona sería el menú mexicano, en el que se come una parrilla o un asado negro, con pastel de plátano, arroz o lentejas. Las cenas son más ligeras y suelen incluir pollo, carne o pescado con algo de pasta, arroz y verduras.
Si te gustó la experiencia con la avioneta, la de volar en helicóptero al salto del Ángel no es de este mundo. Se tiene una vista espectacular desde el cielo y podrás admirar que en el parque se han hecho grandes esfuerzos de conservación para asegurar su sostenibilidad y la belleza del entorno.
En el vuelo pasarás primero por encima del cañón del Diablo y el río Churun. A toda velocidad te dirigirás después a ras del suelo por la superficie ocre y brillante de un tepuy. Seguramente nunca volverás a vivir una experiencia semejante. Probablemente, necesitarás unos días en Isla Margarita y sus aguas cristalinas para descansar las emociones.